No sé si fue el cisne y su elegancia
o el botón de la rosa a perfumar,
o fue el viento en la copa de acacias,
o la inmensa soledad azul del mar.
Pero doró mi alma con su luz pura,
su sonrisa leve como la espiga,
era mi niña suave como espuma,
diáfana y dorada como el día.
Los pardos besos, la boca escarlata,
enamoróme su premura a la flor,
tenía los ojos en verde ascua,
y de rosa era el perfume de mi amor.
A su frente virginal di mi poesía
con devoción desnuda de una amador,
¡Ay, niña! tan mía, toda tu pasión…
Es que el primer amor nunca se olvida?
por Ubaldo Ugarte